17 octubre, 2008
29 septiembre, 2008
Luis Somoza murió el diecinueve de enero del año dos mil seis, lo encontramos tirado al final de un callejón con el pecho reventado a balazos, le habían cortado el cuello le habían seccionado los pulgares y una locomotora había pasado por encima de su cabeza. La banda terrorista eta había dinamitado la calle por la que transitaba su auto cuando se dirigía a urgencias por causa de un infarto de miocardio agudo (y era el cuarto). Tenía cáncer, sida, sífilis, estrabismo y era adicto al disolvente, la aviación estadounidense le había confundido con las montañas de Paquistán justo en el momento en el que Rusia había hecho estallar una bomba termonuclear de cincuenta y ocho mil kilotones sobre su ciudad para intentar parar el tsunami que arraso el sur de Europa poco antes de que Hercolobus engullera toda la tierra haciendo que el sol reventara por simpatía con la fatalidad y ahora donde estaba el sistema solar hay una supernova en la esquina de una galaxia colisionando con millones de super cúmulos porque un mega agujero negro acaba de tragarse todo nuestro universo y luego se ha plegado sobre si mismo para terminar desapareciendo en la nada.
21 febrero, 2008
Este poema está publicado en el blog de las afinidades electivas:
Veo el mundo alejarse de mí y pienso:
¿Como es posible que hallamos llegado a esta situación?
Veo la tierra como un lunar en la espalda de un chino
y pienso
solo por el placer de hacerlo,
porque es lo único totalmente mío.
Sé que nadie me puede quitar
la electricidad chispando en el cerebro,
el dragón que se come los carnés de identidad
de las chicas de las preguntas y de las medias.
La flor de plástico chino que no hace preguntas,
no sonríe, ni se muere, ni come. La miro
y veo al chino con los dientes torcidos.
Al otro lado del mundo hay un chino
y que importa
lo que este haciendo ahora
el ultimo que toco a mi rosa.
si la quemo no voy a salir ganado
quizá por eso
no sepa como odiarla
y no encuentre
la manera
de escapar
de este pensamiento.
Si por lo menos
se muriera alguien en la televisión,
se incendiara algún edificio
o pasara un pájaro negro
y se parara en mi ventana.
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Isabel nos pidió que añadiéramos algo a su poemario sobre las peras azules
y esto fue lo que se me ocurrió.
PRINCIPIO EN FUGA DE LA VERDAD Y LA BELLEZA
DE LAS PERAS AZULES.
Ella y las peras azules permanecen,
el tiempo las ilumina con un rallo de luz amarillo
que se filtra a través de la persiana.
Delante de una hoja en blanco sueña
y hay un empeño nuevo en la sensibilidad
y en ocasiones
también están aquí
observándome.
Y yo sé que existe algo
que está en relación con algo mucho más grande,
algo que a su vez mueve
un pequeño engranaje de plata en tu mente
y es entonces cuando
te despiertas dentro de ti mismo
y comienzas buscar en el tiempo,
en los ojos de la gente,
en tu armario
y todo apunta a que tiene que ver
con algo que espera y se nos escapa
la ultima oportunidad de entenderlo.
Escucha:
El mundo está lleno de gente eficiente:
gente que conduce maquinaria pesada,
que te saca una muela,
gente a la que pagas cuando crees
que tienes un problema,
gente eficiente
que te da la mano desde una posición elevada
y se queda con uno de tus dedos gente
pegada a la pared de un banco
los ocho días de un eficiente lunes por la tarde
y sin nada más que hacer en toda la semana hay
gente eficiente e inalterable,
disciplinada y selectiva gente
que produce y es producida
en un defecto continuo
y sin apenas fluctuaciones
gente
eficiente
compra
sueños
y consigue
multiesperiencias
virtuales
acopladas
al trasfondo
de tu tejido
neuronal
y las autenticas
sensaciones reales
del nuevo radar
que tiene la policía
instalado en la central
de la dirección general de trafico.
Gente eficiente para la maquina de carne humana,
para la maquina de futuros sociables
y para la maquina del mundo,
la tecnología
y el arte.
Gente que se resigna a parar de hacer ruido en la biblioteca,
gente para la posibilidad y la circunstancia,
que habla constantemente consigo misma
y tiene confianza en el después
y cree ciegamente en el quizás.
Gente a la que querer.
Ella sale de su casa
con su pequeño tesoro bajo el brazo.
mira a los dos lados de la calle
y solo cuando está segura
de que nadie la sigue;
tuerce a la derecha,
coge la primera esquina
y entra en la calle Zamora.
Creo que le mundo está lleno de gente eficiente,
tres colores de donde salen todos los demás
y el viento soplándome en la cara.